Una (r)evolución del mundo de la producción y el trabajo 

Una (r)evolución del mundo de la producción y el trabajo 

Robots y otras tecnologías asociadas a la I4.0  

Por Carlos Candiani  

La evolución de las TICs (1) aplicadas a la producción, resumidas en la Cuarta Revolución Industrial I4.0 está produciendo importantes efectos en la estructura social global. El mundo del trabajo humano está siendo conmocionado hasta sus raíces, con el agravante no menor de la situación generada por la pandemia que transitamos desde hace más de dos años. Todos los estudios serios de la situación actual y futura (a muy corto plazo) indican un nivel creciente de desocupación que, salvo escasísimas excepciones, no parece ser reversible y en el que la digitalización que impulsan las empresas en el presente escenario agrava el problema. Una posible solución consiste –paradójicamente- en responder con más digitalización y mayor inversión en tecnología, pero todo acompañado de profundas transformaciones en el andamiaje legal que regula las relaciones entre el trabajo, el capital y el Estado.  

El mundo del trabajo humano está siendo conmocionado hasta sus raíces, con el agravante no menor de la situación generada por la pandemia que transitamos desde hace más de dos años. 

Las actuales tecnologías, potenciadas por los efectos sinérgicos de su confluencia en la llamada I4.0, nos proveen de un conjunto significativo de recursos para la obtención de ingenios cibernéticos que aúnen mecánica fina de precisión con electrónica de control y potencia. Estos elementos, bajo una línea de acción del software embebido, son capaces de realizar prácticamente todas las tareas que a la fecha realiza personal humano. Por otra parte, estos equipos poseen una programación interna que, bajo el comando de IA (2), disponen de un comportamiento flexible para dar respuestas a la problemática que les plantea el entorno incluyendo la capacidad de razonar, de aprender y de acceder y utilizar todo el conocimiento universal almacenado en bases de datos mundiales. Todo esto, operando en conjunto, permite a estos mecanismos obtener conclusiones, tomar decisiones, ejercer acciones físicas y, por lo tanto, modificar el ambiente que los rodea.  

Hasta hace poco, muchas de estas capacidades estaban reservadas a personas humanas (3); hoy pueden ser realizadas por sistemas robots que requieren para ello tan solo unas pocas milésimas de segundos. Ese es el panorama que nos muestra la evolución tecnológica y de sistemas productivos inscriptos en la I4.0 que, ya hoy, se difunde en el mundo, inscribiéndose en nuestro medio -nacional y regional- con una intensidad particular. El objetivo es proveer equipos capaces de realizar las mismas tareas que una persona humana, disponiendo de sus habilidades, destrezas, conocimientos.  

Una posible solución consiste –paradójicamente- en responder con más digitalización y mayor inversión en tecnología, pero todo acompañado de profundas transformaciones en el andamiaje legal que regula las relaciones entre el trabajo, el capital y el Estado. 

Se prevé que para el 2030 la capacidad de raciocinio de las máquinas será similar a la de un humano normal y de allí, en forma exponencial, continuará incrementándose. Hoy, las prestaciones de los robots industriales y los equipos de producción automática que pueblan las fábricas de todo el mundo pueden hacerse cargo de alrededor del 50% de todos los puestos de trabajo. Si bien el actual porcentaje es, en realidad, inferior, nada permite considerar que la gradual sustitución vaya a detenerse. Son muchas las ventajas de los equipos no humanos: técnicamente, realizan tareas repetitivas en forma impecable, a mayor velocidad y sin cometer errores. Por otra parte, no requieren descanso de ningún tipo: pueden trabajar -si se lo requiere- 24 horas al día los 365 días del año, sin vacaciones, aguinaldos ni conflictos de ninguna naturaleza.  

Es evidente que el empleo de máquinas para la sustitución de personas es un proceso muy atractivo para el sector empresarial; soluciona muchos de sus problemas actuales, incrementa el rendimiento y la flexibilidad de lo producido, así como su calidad final y, en simultáneo, disminuye los costos totales. Su adopción demanda solamente la inversión inicial de los equipos y de su instalación. Respecto de las implicancias en lo laboral, ya se advierte aquí que esta revolución -en la que cada día, de forma masiva y sistemática, son menos los puestos ocupados por humanos- demanda cambios profundos.  

De mantenerse la estructura actual, muchos trabajadores perderán su empleo, dejarán de percibir sus ingresos y, por lo tanto, no generarán ni demanda ni consumo. Esto -a más de las graves consecuencias sociales y humanas- resentirá toda la actividad económica. Las industrias podrán producir muchos bienes a valores bajos, pero no habrá quién los demande y el fisco dejará de percibir una importante porción de sus ingresos. Se romperá el necesario equilibrio que hoy regula las relaciones entre la comunidad, el capital (las empresas), el trabajo (humano) y el nivel de producción resultante. 

Una de las propuestas que se esgrimen para la superación de esta problemática es la creación y sostenimiento de un “Ingreso Ciudadano Universal”. Este aporte, destinado al total de la población, provendría de un fondo solventado por los ahorros y utilidades que generaría la adopción de las nuevas tecnologías para el sector empresarial. 

Una de las propuestas que se esgrimen para la superación de esta problemática es la creación y sostenimiento de un “Ingreso Ciudadano Universal”. Este aporte, destinado al total de la población, provendría de un fondo solventado por los ahorros y utilidades que generaría la adopción de las nuevas tecnologías para el sector empresarial. Esta propuesta supone un saldo final altamente positivo para todos los actores que intervienen: los trabajadores disminuirían su jornada laboral sin sufrir una pérdida en su retribución económica ya que, si bien las empresas les abonarían estrictamente las horas trabajadas, el dependiente recibiría mediante el ICU la diferencia, incluso con un incremento adicional; y las empresas se beneficiarían tanto de la relación entre los sueldos y tributos no abonados por efecto de la automatización, como de las mejoras  producto de la incorporación de la tecnología a la producción.  

Estamos frente al advenimiento latente de una nueva sociedad que podrá disponer y distribuir bienes producidos en abundancia y para todos, o bien ante un abismo de conflictos, caos e injusticias. El paso del estadio presente al futuro, en cualquiera de los casos, es ya una realidad imposible de detener. Nuestra generación será partícipe de este nacimiento, que -como cualquier otro- no estará exento de dolores. 

  1. TICs: Tecnologías de la Información y las Comunicaciones. 
  1. I4.0: Cuarta Revolución Industrial 
  1. Obsérvese que hoy resulta necesario aclarar que hablamos de “personas humanas”. Hasta hace muy poco el término “persona” no requería calificativo. 

Carlos Candiani es Ingeniero en Electrónica, docente de la Facultad Regional Córdoba de la Universidad Tecnológica Nacional, miembro de la Comisión Directiva de la CIIECCA (Cámara de Industrias Informáticas, Electrónicas y de Comunicaciones del Centro de Argentina), y director del Centro CUDAR (Investigación en Automación y Robótica).