A 150 años de Martín Fierro 

A 150 años de Martín Fierro 

Reinvenciones del desierto

Por Hernán García* 

Las aventuras de la China Iron y la relectura de un clásico  

Un texto clásico es un portal hacia nuevas lecturas y escrituras que permiten transformar el original, reinterpretarlo, desplazar algunos de los significantes de sus acepciones habituales y crear nuevos sentidos en común. El portal siempre está abierto, solo depende de quién ose atravesarlo para ver. ¿Y qué se ve? Bueno, por ejemplo, Gabriela Cabezón Cámara en Las aventuras de la China Iron se asoma al extenso poema de Hernández para ofrecer otra perspectiva desde la relectura.

La revisión del clásico que realiza en su obra tiene como acierto fundamental la imbricación del contexto histórico y político del Martin Fierro con la agenda de los emergentes sociales y políticos de la actualidad, que se hacen cuerpo en el personaje de la China. Si bien el escenario social y las problemáticas son las centrales en el tiempo en que transcurre el poema de Hernández: la idea de progreso, la construcción del territorio nacional, el desarrollo del capitalismo, la educación, la identidad; el texto canónico funciona también como intertextualidad jerárquica para poner en discusión, desde los parámetros de la agenda de los feminismos, los temas que se encuentran en abierta discusión en el momento en que Cabezón Cámara escribe.

Las aventuras de la China Iron, en el cruce de fronteras temporales y políticas, se adentra en el territorio del clásico de la gauchesca desde el que habilita otra forma de pensar las relaciones sociales, territoriales y con la naturaleza toda.

Desde estos ejes, la autora se permite también hacer una operación de relectura del imperialismo del siglo XIX, el patriarcado, el racismo y la explotación laboral como elementos totalmente relacionados con problemáticas que actualmente son preponderantes en la arena política: la propiedad de la tierra, la destrucción del medio ambiente, el extractivismo, la violencia de género.

En ese sentido, Las aventuras de la China Iron, en el cruce de fronteras temporales y políticas, se adentra en el territorio del clásico de la gauchesca desde el que habilita otra forma de pensar las relaciones sociales, territoriales y con la naturaleza toda. Es en ese nuevo paradigma de comunidad que elabora donde puede hallarse una propuesta literaria y política ante las problemáticas actuales, que puede leerse casi como un planteo programático en la tercera parte de la novela: “Tierra Adentro”.

En ese tercer tiempo de la obra se retoma uno de los temas del cuento de Borges “Historia del guerrero y la cautiva”: la idea de abrazar otra vida, en este caso, consecuente con lo que el imaginario progresista de la época de Hernández entendía como “barbarie”. 

La resignificación de la barbarie opera otorgándole un lugar distinto a todo lo que se delimita como marginal en el texto canónico. Esta resignificación se realiza también sobre el concepto arbitrario de “desierto” que el ideario decimonónico nacional tuvo que construir para poder avanzar sobre todo lo que ahí existía. 

La China nombra “paraíso” a ese desierto, y lo dota con todo lo que era enemigo para el proyecto político de la generación del 80. Aquello que se intentó borrar con el avance del progreso, en Las aventuras, se vuelve algo preciado, amigo, vital. El territorio cobra vida, se traza una “cartografía deseante” por la que andar sin fronteras, pero siempre en fuga; la organización es descentrada, los trabajos se dividen por igual, desaparecen las jerarquías; la vida social es en armonía con la tierra y en contraste con la noción de progreso occidental, que aparece como esa gran factoría inglesa que le narra Liz a la China, y que trae en su carreta a manera de pequeño muestrario portátil de la occidentalidad.  

Aquello que se intentó borrar con el avance del progreso, en Las aventuras, se vuelve algo preciado, amigo, vital. El territorio cobra vida, se traza una “cartografía deseante” por la que andar sin fronteras, pero siempre en fuga.

El ideal de Hernández procura crearle un enemigo al gaucho: el indio. En la comunidad que imagina Cabezón Cámara se los reconcilia, indix, mestizx y gringx se aúnan en un proyecto de vida sustentable. En ese migrar permanente (e invisible para el winca) concibe un nuevo tipo de organización social.  

Si el Martin Fierro nos cuenta un episodio central de la construcción del proyecto nacional en la que va tomando forma un Estado capitalista, agroextractivista, patriarcal, etc., en esta reescritura del texto canónico se nos invita a pensar otro devenir posible, opuesto a las lógicas imperantes en los proyectos políticos y económicos vigentes.

*Hernan García es estudiante de Lengua y Literatura en el IES N° 1 “Dra. Alicia Moreau de Justo”.

Las dos imágenes de la nota pertenecen a la serie “La vida en la selva”, de Florencia Bohtlingk.

Este artículo es el tercero y último de una serie de escritos referidos a esta temática.

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